jueves, 10 de junio de 2010

No estaba arrepentida de mis actos, pero si estaba preocupada por lo que podía pasarme cuando volviera a casa, porque mis padres no se iban a creer que hubiera estado toda la tarde en casa de Angy dándole los apuntes, es decir que supuestamente tenía que llevarle los apuntes y volverme, no sé qué podré maquear mientras estoy con Antonio o cuando esté en casa de Angy. La idea de que mis padres se enfurecieran y me dieran cadena perpetua en casa me aterrorizaba un poco, pero lo único que hacía, y por lo que creo que no podrán reprocharme, es manejar mi vida. Como bien dije la mía, no la de mi vecino, sino la mía. Las circunstancias que yo eligiera era la que iba a decidir mi vida por completo, evidentemente no puedo contentar a todo el mundo con mis decisiones, pero suelo recapacitar mucho antes de escoger. Al cabo de unos minutos llegamos a la casa de Angy, paró en la misma puerta de su casa, le di un beso y me despedí cariñosamente de él antes de bajarme del coche, porque quizás esa sería nuestra última vez, es decir la última vez que nos viéramos dentro de un indeterminado periodo de tiempo, pero sinceramente no me salían las palabras, prefería demostrarle mi cariño y apoyo con gestos, porque a mí siempre me puede la palabrería y digo a veces cosas que tal vez no quiero decir y también porque a veces me explico un poco mal, quiero decir cosas que tal vez los demás no entienden, soy una incomprendida en este mundo.

Cuando salí del coche él arrancó con decisión y se fue mientras yo me despedía alzando la mano y moviéndola de derecha a izquierda, pero yo sabía perfectamente que ese no era un adiós sino un hasta luego, tenía la corazonada de que nos volveríamos a ver pronto. Fui decidida a la puerta principal de la casa de Angy y llamé al timbre que se encontraba a mi lado derecho, como casi todos los timbres. En pocos segundos estaba una persona abriéndome la puerta, evidentemente era Angélica, y saludándome cariñosamente con un abrazo. Me hizo pasar a su casa y subir las escaleras para adentrarnos en su dormitorio. Cuando llegué a él me senté en la cama dejando los apuntes sobre ella y Angy se sentó en su silla rotatoria de color verde pistacho. El ir a casa de Angy era un no parar de hablar, de sus problemas, de mis "problemas", de todo en general y de todo en particular, aunque de todos modos siempre acabásemos en el tema clave: Antonio. Estaba tan excitada por el tema de Antonio que no me lo pensé dos veces cuando ya le estaba contando con pelos y señales el problema que tenía Antonio, aunque algunas cosas por parecer un poco "duras" me las salté, de todas formas también minimizaba el problema como si no fuera nada, pero realmente no era así. Ella como era de esperar me escuchaba interesada y atentamente, aunque yo notaba sus expresiones de lástima, Angélica es una persona demasiado transparente y yo que llevo casi toda mi vida al lado de ella me resulta demasiado fácil saber cuál es su estado de ánimo, incluso su madre no se ha dado nunca cuenta, pero es normal con las madres actuamos totalmente de diferente forma.

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