jueves, 10 de junio de 2010

- ... Y eso fue todo lo que pasó, es más me dio un microchip para tenerme controlada, para que cuando me pasase algo que le diera a un botón que tiene y el instantáneamente irá a socorrerme ... Es increíble Angy, es increíble que todo esto le haya pasado, pero más increíble es aún que haya salido de todo esto, por eso le honra mucho la forma de ser que tiene ahora - decía ahora porque fue el momento en el que le conocí, tal vez si le hubiera conocido antes no diría lo mismo, pero bueno como dicen más vale tarde que nunca.

- Tía … ¿pero tu novio es algún agente secreto de la NASA o qué? Porque vamos yo diría que te tiene más controlada que mi vecino a su hija.

Solté una risotada porque Angy era una exagerada en estos temas, pero la verdad que había que reconocer que se había pasado un poco sobreprotegiéndome. Tampoco le iba a decir que no, pero creo que lo que ha hecho es darme ese microchip para que me valga por mí misma y no tenga la necesidad de llamarle, si no es en casos extremos, de todas formas creo que tampoco iba a llamarle en esos casos, así que me lo dio para nada, pero es mejor aceptarlo a que se pase todo el tiempo ofreciéndotelo, o más bien obligándote a cogerlo. De todos modos es tan insistente que al final lo hubiera aceptado.

- Ya lo sé Angy pero ya sabes cómo se pone de insistente cuando quiere algo. No podía decirle que no, además si es para mí seguridad tampoco voy a rechazarlo.

- Bueno, eso es cierto. Pero bueno que sabes que cuando te pase algo, si hay que partirle la cara a alguien que para eso me tienes a mí, a tu entera disposición. Soy como tu guardaespaldas matona – a la vez que me lo decía se dio un puñetazo en la mano izquierda con la intención de decir “aquí está la matona de turno” a la vez que gruñía.

- Ja, ja, ja. Angy eres la mejor – le abracé después de decir aquello. Necesitaba un poco de apoyo y yo sabía perfectamente que ella me lo daría en cualquier momento y que por muy mal que esté ella, es capaz de reír, aunque esté triste, para hacer felices a los demás, es única en ese aspecto – Yo no sé qué va a ser de mí cuando vuelva a mí casa, ¡me quiero morir!.

- ¿Ese es tu problema ahora?, ¡anda ya hombre!. Yo te acompaño a tu casa y si hace falta hablo con tu padre para arreglar las cosas.

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