jueves, 10 de junio de 2010


No se si lo que deseaba en ese mismo momento era darle un beso o un gran y fuerte abrazo, creo que me impulsaron las emociones a hacerlo y a pensar menos, me lancé sobre él regalándole un beso y a la vez uno de mis fuertes abrazos, los mismos abrazos protectores que me daba él, pero evidentemente con menos fuerza ya que no poseía la misma fuerza que él. En todo momento que estuve con él no me acordé de mi castigo, ni si quiera me acordé de que Angy necesitaba mis apuntes, pero me dió todo igual porque yo lo que necesitaba era estar con él y expresarle sin hablar lo mal que me sentía por todo lo ocurrido con su pasado. Nos sentamos y seguimos charlando, tanto fue la charla que perdí la noción del tiempo y me dí cuenta de que eran casi las cinco y media de la tarde. Dí un brinco y tal fue el susto que me llevé de que fuera tan tarde que parecía como si hubiera visto un fantasma, cogí rápidamente los apuntes y me incorporé para salir pitando a casa de Angy.
-Tengo que irme Antonio ¡mira que hora es! - lo dije de tal forma que pareció como si le hubiera gritado.

-Tranquilízate, ¿dónde tienes que ir?.

-A casa de Angy, tengo que darle los apuntes, ¡necesito dárselos!.

-No te preocupes, yo te llevaré - mientras me decía unas palabras tranquilizadoras para relajarme se levantó y cogió las llaves del coche, bueno también estaban las de su casa y una gran cantidad de llaves que la verdad no sabía para que servían o de donde eran, pero eso me daba igual en ese momento, estaba demasiado preocupada como para pararme a pensar en eso. Me agarró de la muñeca y me plantó un beso, un gran beso, antes de salir.

-Antonio - dije con la cabeza agachada y preocupada - ¿Y si te ven?.

-Me da igual si me ven a mi porque a ti no van a hacerte nada, ya sean diez como si son veinte - me dió un gran y fuerte abrazo, ese abrazo protector que yo echaba de menos.

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