sábado, 12 de junio de 2010


Nos dimos dos besos, evidentemente en la mejilla, fui tranquilamente hacia mi casa, pero en esos momentos echaba de menos a Antonio, normalmente no estaba acostumbrada a ... Dirigirme sola a casa a menos que no tuviera otro remedio, pero no iba a hacer que Angy se diera el paseo hacia mi casa y luego volviera sola a la suya, y menos para que le pasase lo mismo que a el hermano, ni hablar vamos. Aunque de todos modos estaba preocupada por Antonio, tenía ganas de llamarle pero no me atreví, supongo que esta noche como todas las noches hablaría con él, pero tampoco me iba a hacer ilusiones ya que si tenía problemas yo no iba a molestarle evidentemente, más que nada también porque no quería que se enfadase conmigo por meterme donde no me llaman. Fui caminando a la vez que pensaba en Antonio, pero encontrarme con tan pocas personas por la calle la verdad que me aterraba un poco, aunque no me quedaba otro remedio, no me quedé tranquila hasta que no estaba a poca distancia de mi casa, pero tampoco bajé la guardia, llevaba la mitad del trayecto recorrido, pero cualquier ruido hacía que mis sentidos auditivos se alterasen, también se me cruzaron algún que otro perro y gato, y me provocaron varios respingos, sí, era un poco "cagueta" en ese aspecto, siempre me han gustado ver películas de miedo, pero siempre las veo en compañía de alguien, entonces cuando me quedo sola, pues me da miedo hasta mi propia sombra, un acto poco valiente por mi parte, pero soy así. Escuché voces de personas que venían a pocos metros detrás mía, ya mi tranquilidad llegó a su fin. No miré hacia atrás, más que nada por vergüenza y también por miedo, pero aligeré el paso sin detenerme ni un momento. Caminé y caminé, pero esas voces no se desplazaron de mis espaldas ni un solo momento, seguían detrás mía a pesar del tiempo que pasó desde que las escuché hasta ahora. Me quedaba poco para llegar a casa, alguna que otra vez me dió un impulso de correr pero no lo hice creo que también fue por miedo, de todos modos yo no sabía si esas voces eran ciertas o eran alucinaciones de mi cabeza, que también podría ser, pero no giré la cabeza, no, tenía miedo, más miedo que nunca, y más que nunca ganas de que Antonio estuviera presente y me arropase con su brazo por mi cintura, me daba igual que brazo, pero alguno me valdría si eso fuera cierto, si fuera cierto que estaba a mi lado y que no tenía porque sentir miedo si él estuviera a mi lado, me entraron ganas de llorar, pero tampoco lo hice, recordé algunas palabras de Antonio que me dijo en un momento dado "no tengas miedo, yo te protejo esté donde esté, si tienes miedo notarán el miedo en tu piel, pero si sabes disimularlo será tu capa de invisibilidad", sabias palabras, pero de poco me servían ahora mismo. Correr o no correr esa era la cuestión, era un momento poco oportuno como para ponerme a pensar en las dudas de Hamlet, y un momento poco oportuno para recordar cualquier frase mítica de cualquier filósofo famoso o de cualquier valiente caballero que pondría o puso su vida en juego para salvar a su bella dama, "¡no señor!" me gritó mi subconsciente, no es momento de recordar esas estúpidas historias, eso es la vida real, o corres o te cogen, es así. Era más el miedo que sentía que mis ganas de correr, tal vez después de todo nada más que eran paranoias mías y esas personas, porque eran más de una, sólo paseaban por la calle como tal, aunque es un poco extraño pasear ahora, al menos para mí, y encima sola. Fui tonta por no llamar a Antonio, tonta no, estúpida más bien, no estoy preparada para caminar de una punta hasta otra, o sí que lo estoy, pero no a estas horas de la noche.

Tierra trágame, trágame porque me voy a atragantar yo misma como siga caminando sin respiración, "¿y si cojo el móvil?", "¿pero para qué?", "si ya estoy a pocos metros de mi casa", si he sido capaz de caminar sola más de la mitad del trayecto de punta a punta soy capaz de eso y de mucho más. Ya está, estoy harta, harta del miedo que me recorre cada poro de mi piel, estoy decidida a la de tres hecho a correr, de todos modos esos desconocidos, como su propio nombre indican, que no son nombre sino calificativos, "desconocidos", no me conocerán y si lo hacen "¿a mi qué?" han llevado algo más de veinte minutos detrás mía, no creo yo que ahora por amor al conocer gente vayan a hablarme y mucho menos a conocerme si solo me ven las espaldas. Sí, decidido a la cuenta de tres, echo a correr ... Una ... Dos ... Trr ... Tree ... "¡Imbécil!", no eres capaz de asumir que esas personas que vienen detrás tuya no te van a hacer daño, subconsciente me tenía ya un poco harta, en vez de darme ánimos lo que hacía era quitármelos, de todos modos más rápida de lo que iba andando no podía ir, así que, ya si que si que salgo a correr. Cerré los ojos, me hice a la idea de que tenía que echar a correr sí o sí, no tenía más opciones, así que disminuí un poco el paso, me armé de valor, y eché a correr. Mis piernas me fallaron un poco al principio, pero después se portaron bien, y corrí como si de una atleta me tratase, corrí como una atleta correría los cien metros lisos, correría hasta agotar el último suspiro de mi corazón y hasta que no ganase el premio, llegar a mi casa. La verdad es que no oí pasos acercándose detrás mía, pero ahora que había ganado en espacio no tenía pensado parar. No podía más, mis piernas me estaban pidiendo un suspiro pero yo no les hice caso, aunque debería, pero prefiero llegar sana y salva a casa, es decir inspirando y expirando aire puro, a no llegar, es decir ni respirar si quiera, ni aunque se me torciera el tobillo iba a dejar de correr, propio de mi cabezonería, pero soy así, cuando se me mete una cosa entre ceja y ceja tiene que ser eso y no hay otra opción que me lo pueda poner en duda.

0 comentarios:

Publicar un comentario