jueves, 10 de junio de 2010

-¿Sí?.

-Angélica Gallarde, le ha tocado un viaje en barco una semana para dos personas en un hotel de cinco estrellas con discoteca incluida.

-Joder, pues creo que se ha tenido que equivocar porque yo no he pedido nada, pero vamos que no le hago ascos al viaje.

Nos empezamos a reír al unísono.

-Estás como una cabra.

-Ya lo sabía.

-Escúchame, mañana nos espera un día de bolos.

-¿Un día de bolos?.

-Sí, me ha llamado un amigo mío que hace mil que no le veía y me lo encontré un día en el autobús yendo al instituto. Me ha dicho que si quería ir mañana a la bolera y le he dicho que sí, pero por supuesto no iré si tú no vienes conmigo, va a ir con más amigos y yo no quiero ser la oveja negra de la familia, además he conseguido convencer a mi padre para que me deje ir.

-Ya sabes que yo me apunto a un ¡bombardeo!. Cuenta conmigo, no juego muy bien a los bolos, pero nunca es tarde para aprender.

-Gracias Angy. Hemos quedado mañana a las seis en la bolera, así que si no es mucho pedir pásate a por mí o quedamos en la parada del autobús, como quieras.

-Mejor voy a por ti y nos vamos juntas a la parada.

-Vale, pues vente a las cinco y cuarto aproximadamente.

-De acuerdo, mañana nos vemos por la mañana y nos reveremos por la tarde – empecé a reírme - ¡No te rías que sabes que es verdad!.

-No si no me río por eso, sino porque estoy cansada de verte ya.

-Y yo también, estoy empezando a cogerte asco, pero no puedo remediar estar sin verte.

-¡Ains mi Angy! Pues eso niña que mañana nos vemos, ponte guapa ¡eh! – repetí la misma frase que me dijo Daniel a mí.

-Ya sabes que aunque la mona se vista de seda mona se queda.

-Lo sé, pero como no es tu caso, lo dejaremos aparte. Un beso hasta mañana.

-Adiós cariño.

Colgué y volví a dejar el móvil en su respectivo sitio. Me quité mis zapatillas de estar por casa y me metí dentro de mi calentita y blandita cama, acurrucándome, porque hacía mucho frío, en mi almohada.

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