-¡Angy, Angy, Angy! Tía tengo que contarte una cosa – me puse muy nerviosa y no paraba de alegrarme de lo que me acababa de pasar – ¡Ay! Dios mío que cosa más ... ¡ains!.
-¡Niñata! ¿Quieres hacer el favor de dejar de alegrarte tú solita y contarme lo que te ha pasado para que yo también me pueda alegrar? – me dijo un poco enfadada
porque no terminaba de contarle lo que me había pasado.
-Vale, vale ... – Cogí aire y estaba dispuesta a contarle con pelos y señales lo que me había pasado hace 1 minuto – Verás ... Antonio el chico que te he dicho que es amigo del capullo de mi hermano, pues ha venido a mi cuarto ha preguntarme que si quiero ir con el a patinar sobre hielo mañana ...
-¿Y que le has dicho?, ¡dime que le has dicho! – no me dejó terminar cuando ya me estaba preguntando.
-Perdona ¿Me dejas terminar?
-Joder hija que importante te pones para contar una cosa ...
-Bueno pues le he dicho que me lo pensaré
-Pero, per ... ¿Estás capulla o qué? – me dijo rabiosa porque le da coraje que me haga de rogar.
-Haber Angy soy una tía de princip ... – no me dejó acabar cuando ya me estaba poniendo a parir.
-Déjate ya de principios niña, se te pone un tío a huevo y tu ... No ya me lo pensaré – dijo imitándome – Es que no tengo nada mejor que hacer que perder el tiempo estudiando la asignatura del ganso ...
-¡Vale, vale, para! – le grité – No me haré de rogar y le mandaré ahora mismo un mensaje.
-¡Ah! ¿Qué también te ha dado su móvil? – me imaginaría que estaría con la boca abierta – ¡Pero si este tío va a saco Ester!.
-¿Y si te digo que por una vez en mi puñetera vida estoy de acuerdo contigo?.
-Pues si me dijeras eso, yo pienso que ya estás madurando – empezó a reírse como loca.
-Ya claro, como que tu eres una tía súper madura – dije haciéndome la enfadada.
-Anda ya Ester ¿No me digas que te vas a poner a llorar como los bebés?, aunque ahora que lo pienso sería propio de ti ... – me dijo y se partía de risa mientras me lo decía.
-Eres una capulla ¿Lo sabes?
-Claro que lo sé, si salgo a ti ...
-¡Pero te quiero guarra! – le tiré un besito por el altavoz del móvil – Bueno Angy te tengo que dejar cariño, que tengo que ayudar a mi madre a hacer la cena, que supongo que se quedará el amigo de mi hermano a comer porque con las horas que son dudo que mi hermano tenga la poca vergüenza de no invitarle a cenar ...
-Y a ti te encantaría que se quedase a cenar – no me dejó terminar la frase, pero si efectivamente acertó con lo que acababa de decir.
-Ya si bueno ... ¡Tu me conoces mejor que mi propia madre!, ja, ja.
-Bueno dejémoslo por hoy mañana nos veremos a primera hora estoy en tu casa para que me cuentes si se quedó a cenar o no, ja, ja.
-¡Pero como te gusta meter cizaña guarra! – le dije burlándome un poco de ella – Anda que tu encajarías en mi barrio perfectamente.
-¿Y por qué supones eso? – dijo esperando mi respuesta un poco resignada por lo que dije.
-Pues porque eres otra cotilla como mis vecinas, lo que pasa que tu vives más lejos y por eso no puedes cotillear, ja, ja.
-Ya me temía que dirías eso.
-Bueno si quieres que te cuente todo mañana, primero tendrías que dejar que me fuera ¿no te parece? – le pregunté un poco cabreada, aunque ella sabía que se lo decía de cachondeo.
-Vale, vale, ya te dejo con tu principito o tu rana según se mire, porque yo aún no le he dado el visto bueno y yo soy como tu segunda madre así que ...
-Vale, ya le cogeré una foto a mi hermano de su cuarto o mañana pásate por la pista de hielo y nos verás patinar y así le das el visto bueno mamá elevada al cuadrado – nos reímos al unísono – Bueno Angy ya enserio me voy que tengo que ayudar a mi madre con la cena, un beso guapa, te quiero.
-Yo también te quiero, mañana nos vemos.
Colgué y me bajé escaleras abajo para ayudar a mi madre, pero ya estaba preparada la cena y en la mesa estaban ya sentados Rubén y Antonio para zamparse la cena, mi madre estaba apartando los platos había preparado hamburguesa con patatas fritas.
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