sábado, 12 de junio de 2010


En seguida nos marchamos de aquel restaurante chino, pero nos íbamos despidiendo de Tomás con la mano. Cuando llegamos al coche, entramos y lo primero que hizo Antonio fue poner la calefacción y la radio, para no aburrirnos de camino a casa de Angy.

-Antonio, creo que debería pasarme antes por mi casa, tengo que coger algunas cosas, que le prometí a Angy que las iba a llevar a su casa - en realidad era mentira, pero quería que mi madre me viera sana y salva.

-Vale, como quieras - me dijo inmediatamente.

Arrancó el coche se paró dos calles antes de la mía, para que yo fuera andando hasta mi casa y luego volver para que me llevase a casa de Angy. Mientras iba andando no ví un alma por la calle, pero es normal eran casi las cinco de la tarde y esa "es la hora de la siesta", en el horario andaluz, de mi propia estupidez me eché a reír. Entré en mi casa con mis llaves, cuando entré todo estaba en silencio, realmente ese silencio tan penetrante me daba escalofríos, me dispuse a entrar cuidadosamente como si se tratase de un ladrón. Mi padre dudaba yo de que estuviera en casa, suele llegar más tarde, mi hermano la verdad que no lo sé y tampoco me importa mucho ese imbécil integral y mi madre, mi ojito derecho, seguramente estaría esperando a su hija, es decir yo.

- ¿Mamá? - dije mientras cerraba la puerta de casa, evidentemente con llave ya era manía lo nuestro - ¿Mamá? - repetí un poco intigrada al vez que no contestaba nadie.

Entré desesperadamente en el salón y allí se encontraba en el sofá durmiendo a pierna suelta, normal que no se diera cuenta de que ya había llegado a casa. Me acerqué a ella pero me dió tanta pena despertarla, que subí a mi cuarto cogí un trozo de papel y escribí: "mamá, he llegado a casa y como te he encontrado durmiendo no quería despertarte, me voy de nuevo. Estoy en casa de Angy así que si me necesitas llamas a mi móvil, pero en caso de que no te conteste llamas a casa o al móvil de Angy, un beso mami."

-Creo que esto servirá - me dije a mi misma.

Bajé las escaleras, coloqué el trozo de papel encima de la mesa que se encontraba frente al sofá, una mesa preciosa que compró en una tienda carísima de Galicia cuando estuvimos de viaje, ya sé, un viaje demasiado largo para comprar una mesa, pero no fue solo para eso puedo asegurarlo, porque me lo pasé demasiado bien. La mesa era color caoba brillante, tenía una figurita que le trage a mi madre del viaje de fin de curso a Inglaterra, era una especie de gato de la suerte o algo así. Salí de casa silenciosamente, preguntándome donde se encontraría el pesado de mi hermano, pero nuevamente me daba igual donde se encontrase, lo que yo no quería en estos momentos era encontrármelo, pero si antes lo digo antes aparece por la puerta.

-¿Qué pasa bicheja? - me dijo zarandeándome la cabeza como si fuera una bola de cristal llena de nieve para ver como baja la nieve en la bola.

-¡Eres tonto! - le grité apartándole la mano de mi cabeza - No me despeines, que me ha costado mucho trabajo arreglarme esta mañana.

-Bah, no digas tonterías si lo tuyo ya no tiene arreglo.

-Tú si que no tienes arreglo, y por cierto no hables muy alto que mamá está durmiendo, capullo.

-Que palabras tan bonitas me dedicas todos los días, que bueno es tener una hermana que tiene tanta educación.

-Si que la tengo, pero no precisamente contigo, que eres el menos indicado para hablar. Bueno déjame que llego tarde a casa de Angy, y para estar hablando contigo prefiero estar con ella.

-Eso, eso, vete que no veas como se queda de tranquila la casa cuando no está tu presencia en ella ...

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