sábado, 12 de junio de 2010


-Ester este es mi primo Tomás – dicho y echo era su primo, ya decía yo que me daba mala espina de que fueran solamente amigos.

-Hola – le dije sonriéndole y acercándome a el para darle dos besos.

-¿Te cuida bien mi primo?.

Me quedé a cuadros, no sabía si me lo preguntaba enserio o me lo preguntaba de broma, así que lo pensé durante unos segundos y le contesté.

-Claro, supongo que es así con todas las chicas con las que ha estado.

-Ja, ja, ja, que maja tu chica, otras me dicen “y a ti que te importa” o cosas por el estilo tu sabes.

En realidad no le iba a decir eso porque tengo un poco de educación creo, pero tampoco soy tan ... confiada como para contarle mi vida ahora en un minuto, soy muy mía para mis cosas y eso no lo puedo evitar.

-Bueno yo voy a aparcar el coche ahora voy a la puerta del restaurante, id vosotros mientras ¿vale? – le dijo Tomás a Antonio – Venga ahora nos vemos.

Arrancó el coche y se fue. Antonio me pasó el brazo por encima de los hombros y yo por su cadera y nos dirigimos al restaurante, nos sentamos en una estatua, que estaba fuera en la puerta del restaurante, y nos pusimos a esperar al primo de Antonio. En realidad la que estaba apoyada en la estatua era yo, Antonio estaba delante mía abrazándome y yo abrazándome a él.

-Te quiero pequeñaja – me dijo acariciándome el pelo.

-Y yo a ti grandullón – le dije dándole un pellizquito en el estómago.

Y así nos quedamos esperando al primo de Antonio, que por cierto estaba tardando mucho, habían pasado diez minutos y no había llegado aún. Por fin a los quince minutos largos apareció, venía andando tan tranquilo como si nada. Y cuando se acercó le echamos una mirada de “tenemos hambre” que creo que hasta se asustó.

-Lo siento chicos pero es que no encontraba aparcamiento en el mundo de dios – nos dijo excusándose de la tardanza, en realidad era comprensible porque normalmente por el centro siempre hay mucha gente y pocos aparcamientos.

-Bueno pues entremos – Antonio se quitó de delante mía para abrir la puerta y que entrásemos ya a comer, que teníamos un hambre atroz.

Entramos en el restaurante, no estaba ni muy lleno ni muy vacío, estaba normal, unas mesas llenas de padres con sus hijos que salen a comer para pasar un día familiar y algunas personas que parece ser que eran de negocios. Nos sentaron casi al fondo del restaurante pero no nos importó porque estábamos apartados de los demás, aunque había algunas mesas que estaban llenas por donde nos íbamos a sentar nosotros, diría yo que por su forma de vestir serían ejecutivos pero claro podían ser cualquier otro tipo de cosa ... No estaba muy segura pero era una corazonada.

-¿Qué desean tomar los señores? – dijo una camarera china que por la forma en la que nos sonreía parecía ser muy simpática y servicial.

-Yo una coca-cola, por favor – le dije sonriéndole.

-Yo lo mismo – dijo Antonio.

-Y yo un Nestea – dijo el Tomás.

-Vale, ahora mismo se los traigo – se fue muy contenta, y por cierto tenía un español muy trabajado.

Mientras tanto nos pusimos a hablar entre nosotros y ha echarnos unas risas, deducimos por la forma en las que nos miraban los “ejecutivos” que no les agradaba mucho el ruido que hacíamos, pero como estábamos en un lugar público no tenían más remedio que aguantarse y seguir con la conversación que tuvieran. El primo de Antonio era súper simpatiquísimo, me cayó demasiado bien y yo la verdad que no sabía decir si eso realmente era bueno o era malo, porque siempre pasa que cuando me llevo bien con una persona no se el porque pero siempre me enfado con ella ... Aunque no creo yo que este sea el caso, ya que Tomás parecía una persona muy tolerante, serena y muy extrovertida. Nos trajeron las bebidas, y pedimos para comer tallarines, rollitos de primavera y arroz tres delicias, que por cierto no me gustaba nada por eso se lo iba a comer entre Antonio y Tomás.

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