sábado, 12 de junio de 2010


-Hola niña, ¿Cómo te lo has pasado?.

-Muy bien.

-Me alegro, bueno pues entra y me lo cuentas todo.

-Lo siento Angy, pero está ahí esperando que coja mis cosas y tal para llevarme a casa.

-¡Ah! Con que tienes un chofer personal y no me lo habías dicho.

-Que va yo no quería, es más quería quedarme aquí contigo e irme a mi casa yo solita pero el ha insistido en que tiene que llevarme a casa para saber que llego sana y salva, ¿No hubiera sido más fácil darle un toque?.

-Bueno niña, pero encima que el chiquillo se preocupa por ti ...

-Si bueno ... No te conviertas ya en mi madre Angy – nos pusimos reír al unísono.

-Niña pues sube a por las cosas ya y no le hagas más esperar.

-Si me dejaras pasar ... – me hizo una reverencia para pasar a dentro – ¡Oh! Muchísimas gracias, pero falta lo más importante.

-¿El qué?

-¡La alfombra roja hombre!

-¡Ups! Se me olvidó ir a por ella a la tintorería.

-Eres un caso Angy, veremos a ver si ya mismo no te despido ... ¡Jah! Que vaya criada más olvidadiza y rebelde que tengo.
Empezamos a reírnos mientras subíamos las escaleras de su casa para llegar al segundo piso donde estaba su habitación, en la cuál metió todas mis cosas. Pasamos por el cuarto de su hermano Víctor, que en ese momento al escuchar nuestras risas subiendo para arriba salió de su habitación.

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