sábado, 12 de junio de 2010


-Hombre hermanita, quien te ha visto y quien te ve – dijeron desde la otra punta del pasillo.

-Rubén es que tu eres un aburrido y no sales de la cueva, en cambio yo me llevo todo el día por ahí.

-Ya, así te van los estudios ... – me dirigió una mirada que no me gustó nada.

-Mejor me callo. Mamá me voy a mi cuarto tengo dolor de cabeza.

-Vale hija, espero que se te pase, sino mañana vamos al médico.

-Mamá no seas exagerada que es solo un dolor de cabeza nada más.

-Vale, vale, pero tómate la temperatura por si acaso – me tendió la mano y me dio el termómetro.

-Vale mamá, hasta mañana.

-Hasta mañana – dijeron mi madre y mi hermano al unísono.

Subí escaleras arriba dejando la mochila abajo, no tenía ganas de cargar con ella para arriba aparte estaba súper floja y solo tenía ganas de coger la cama y dormir hasta mañana, pero recordé que tenía que llamarme Antonio, entonces las cosas cambiaban era capaz de quedarme toda la noche en vela con este dolor de cabeza que tenía esperando a que me llamase. Cuando llegué a mi cuarto dejé el móvil encima de mi mesilla de noche y de mientras estuve poniéndome el pijama. Cuando terminé de ponerme el pijama cogí un libro y me puse en el respaldar de la cama a leer, pero antes, puse el móvil en vibrador porque si lo ponía en sonido se enterarían mi hermano y mi madre. Me puse a leer sin echarle cuenta a la hora que era, eran casi las diez de la noche y aún no había llamado. Pero yo seguí esperando a ver si llamaba, me cansé de tanto esperar y me fui al baño a lavarme los dientes y a peinarme. Cuando volví a mi cuarto escuché que el móvil estaba vibrando entonces cerré la puerta cuidadosamente pero a la vez rápidamente para ir a coger el móvil.

-Hombre ya era hora – le dije con un tono irónico.

-Lo siento no te he podido llamar antes, cuando he llegado a casa he tenido que llevar a mi madre a urgencias no se encontraba bien.

-¡Ah! Pues lo siento mucho – dije en un tono más calmado – ¿Y como está?, ¿Qué le han dicho?.

-Está mejor, solo tenía mareos y fatiga.

-Me alegro de que se encuentre mejor.

-Gracias.

Empezamos a hablar sin parar, yo en un tono más bajo para que no se enterasen abajo. Hubo de todo un poco, pero lo que más hubo en la conversación fueron risas.

-¿Qué tenías que contarme? – me dijo cuando los dos nos quedamos callados.

-¡Eh! Nada.

-Venga ya Ester que sabes que puedes contar conmigo para todo.

-Ya, pero para esto no.

-Ester, enserio – me dijo en un tono más serio de lo normal, sabía que el no iba a decir nada pero me daba vergüenza decirlo, porque yo ya era mayorcita para tomar mis propias decisiones.

-No Antonio ... No en este tema.

-Bueno pues hasta mañana, ya que no tienes nada más que contarme.

La verdad es que yo no quería dejar de hablar con el por este “problema”, no quería ser solo su amiga, bueno en realidad había una parte que quería ser su amiga y otra que quería ser más que eso. La verdad que no he estado tan confusa en la vida, pero es que en este tema siempre he sido una indecisa.

-¡No! No cuelgues.

-Entonces, ¿me lo contarás?.

-Si no hay más remedio.

-No te quiero presionar Ester, pero ya sabes lo que te he dicho hoy por la tarde antes de irme a mi casa.

-Ya lo sé, por eso mismo que no quiero hacerme ilusiones porque si tu supieras lo que pasa, no te gustará nada.

-Bueno si me lo cuentas, puede que yo te de alguna solución a ello.

-No puedes o mejor dicho no la hay pero también tiene que ver contigo.

-¿Conmigo?, ¡Ah! Guay, nos ha pillado tu madre ...

-No para nada, no es eso ... – dije en tono de lástima, porque me daba rabia pensarlo y decirlo más aún.

-Bueno pues cuéntamelo ya, que me estás poniendo nervioso.

-Verás – cogí aire y empecé – El día que estuviste en mi casa, cuando te fuiste mi hermano subió a mi cuarto y me dijo que no me acercase a ti, que ni si quiera te mirase ... Bueno y que si lo hacía se lo diría a mi padre y en el tema de novios mi padre es muy estricto conmigo.

Se quedó callado demasiado tiempo yo pensaba que había colgado y todo, pero después de un rato comenzó a hablar.

-Será cabrón – esa fue la primera palabra de asco que recitó para mi hermano – Haber que cojones tiene que meterse el en mis cosas, nadie le ha dado vela en este entierro.

-¿Ves? Te decía yo que era mejor no habértelo dicho.

-No para nada, gracias por habérmelo dicho, porque mañana le voy a reventar los morros.

-¡No hagas eso Antonio! Porque si no la que se va a meter en un lío soy yo.

-Es verdad, pues no le voy a matar a ostias por ti, que sino ya estaba bajo tierra.

-Gracias, mira si quieres mañana podemos volver a quedar.

-No se Ester, tengo un examen de filosofía muy difícil.

-Pues me voy contigo y te ayudo.

-¿Ayudarme?, ¿tú a mi? – empezó a reírse como loco, la verdad que no se que le hacía tanta gracia.

0 comentarios:

Publicar un comentario