sábado, 12 de junio de 2010


-¡Hombre!, hola Ester – yo estaba demasiado concentrada para darme cuenta de que la mujer que estaba detrás del mostrador era la mujer que me hacía las fotos para el carné.

-¡Hola Tania! – le dije cuando subí la vista y me di cuenta de que era ella.

-¿Qué haces tú por aquí?.

-Acompañando a mi no ... a Antonio – le dije, estuve apunto de meter la pata hasta el fondo.

-Me alegro, hace mucho que no te veo por aquí, ¿cómo está tu madre?.

-Bien, está muy bien, ¿y tú?.

-De maravilla hija, de momento el negocio va bien y yo de salud estoy bien, gracias – me dijo mientras me sonreía - ¿Son tus fotos?.

-Si, estas son, ¿cuánto es?.

-Son quince euros. Por cierto Ester tengo aquí las fotos de tu madre, díselo o llévatelas y ya me las pagarás cuando te vea.

-No, no se preocupe ya vendrá mi madre a recogerlas.

-¿Qué fotos? – me preguntó Antonio.

-Las fotos de cuando estuvieron mis primos y mis tíos de Badajoz aquí.

-¡Ah, vale! .

-Bueno a mi no me importa de verdad, si quieres llevártelas por mi no hay problema.

-No de verdad Tania te lo agradezco mucho, pero no me voy a llevar las fotos de gorrilla, aunque sabes que mi madre te las pagaría en el mismo día vamos, que me presento yo en mi casa con las fotos y no se piensa dos veces pedirle a mi hermano que la traiga para pagártelas, ya sabes como es mi madre.

-Muy buena mujer, haber cuando me paso por tu casa a visitarla.

-Ella siempre está allí, pásate cuando quieras que seguro que serás bienvenida.

-Desde luego, hace tanto que no veo a tu madre ... – me dijo mientras se apenaba Tania y mi madre eran muy buenas amigas, de pequeña me iba con ellas a la cafetería - ¡Que guapa estás muchacha! Los chicos estarán rondándote todo el día.

-Ja, ja, ja. No te creas ... Prefiero no tener novio solo traen disgustos – y cuando dijo eso miré a Antonio en señal de disculpa.

-Bueno cuando te eches novio, te lo traes aquí que os voy a hacer unas fotos ... ¡Que ni los príncipes van a salir tan guapos como vosotros! – y empezamos a reírnos los tres.

-Como eres Tania, como sabes sacarme los colores.

-Perdone venía a por unas fotografías – nos interrumpió una mujer que acababa de llegar.

-Si, un momento por favor ahora mismo estoy con usted.

-Bueno Tania, no te entretengo más que tienes trabajo y lo menos que quiero es distraerte.

-No te preocupes muchacha, me alegro de verte de verdad. Ya me acercaré por tu casa – y se acercó a mi desde detrás del mostrador para darme un beso – Ten cuidado por la calle, que hay mucho chorizo por ahí suelto, aunque yendo con este muchacho no creo que te vaya a pasar nada, es como tu guardaespaldas, je, je, je, cuida de ella muchacho.

-No lo dude señora.

-Por cierto, no le voy a decir nada a tu madre – me dijo para tranquilizarme.

-¿Lo sabías? – le dije mientras le miraba atentamente, a Tania no se le escapaba ni una.

-Pues claro muchacha, a la cárcel vas a venir a robar ... Ester llevo muchos años viendo como crecías y jamás te he visto acompañada sola de un chico, a no ser que fuera con tu hermano.

-¡Te las sabes todas Tania! – le dije sonriéndole – Gracias por no decirle nada a mis padres y espero que tampoco a mi hermano ellos no saben nada y prefiero que no lo sepan hasta que no esté preparada para contárselo.

-¡Mira que monos son!, si es que sois uña y carne.

-Ja, ja, ja - nos reímos Antonio y yo al unísono – Bueno Tania no te distraigo más de verdad, que no vas a tener a tus clientes todo el santo día esperando a que termines de hablar conmigo y creo yo que no íbamos a terminar de hablar tampoco así que se pueden morir esperando, je, je, je – le dije cuando me acerqué desde el mostrador para darle dos besos.

-Venga hija, cuídate mucho ya nos veremos – se despidió también de Antonio dándole dos besos en la mejilla – ¡Que grandote eres muchacho!.

Nos fuimos riéndonos debido al comentario que hizo Tania sobre Antonio, es una mujer muy agradable y muy buena persona, me daba pena por ella porque era viuda desde hace unos años, calló en una gran depresión y es ahí cuando conoció a mi madre y levantó cabeza, mi madre tiene sus prontos pero, en ser una mujer simpática, agradable y payasa si de sacar sonrisas se trata, es única. Nos fuimos distanciando de la tienda de Tania y nos dirigíamos al coche, cuando volví a pasar por el escaparate de la tienda donde estaba aquel hermoso vestido me quedé de nuevo mirándole pero esta vez Antonio no me dijo nada y creo que tampoco miró a la dirección donde se dirigían mis ojos. Llegamos al coche y metió las fotos en la guantera del coche. Y arrancó el coche calentando primero el motor porque debido al frío que hacía, el motor se enfriaba. Cuando arrancó el coche se fue en dirección a mi casa y esta vez se paró una calle anterior a la mía, para asegurarse de que no nos viera nadie conocido.

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