sábado, 12 de junio de 2010


-Joder tía con lo bonitas que son, y con lo que me gustan, encima me va a juego con lo que me he comprado hoy, pero es que no me llega el dinero.

-¡Venga va! Yo te dejo lo que te falte.

-¿De verdad?

-Enserio.

-¡Gracias, gracias y mil gracias Angy!

-De nada hombre, tu habría hecho lo mismo.

-Pues claro que si, te hubiera dejado lo que hubiera hecho falta claro sin traspasar mis fondos je, je, je.

-Hombre hasta ahí llego.

Le dije a la dependienta que me sacase el número treinta y nueve de el zapato número cuarenta y siete. Me probé la bota del lado derecho y es que me venía como anillo al dedo. Rápidamente me fui a la caja a pagar y como dijo Angy ella me prestó los cuatro euros que me hacían falta. Al salir de la zapatería nos fuimos a paso ligero a la parada del bus en el que habíamos venido al centro comercial.

-Tía es mejor que llames a Antonio y que venga a por ti, el bus tiene pinta de que va a tardar mucho.

-Entonces acompáñame al servicio que me voy a cambiar.

-Vale.

Llamé a Antonio, sonó varias veces hasta que lo cogió:

-¿Si Ester?.

-Antonio es que estoy aquí en el centro comercial con Angy y es que no me da tiempo a llegar a mi casa si hemos quedado a las seis, ¿puedes pasarte a por mi?

-Claro que sí. Espérame en la parada del bus, que me visto y salgo a recogerte.

-Gracias, un beso.

Nos fuimos al servicio y como dije fui a cambiarme de ropa, porque como no iba a ir a mi casa, no sabía donde podía cambiarme así que me cambié en los servicios del centro comercial. Cuando acabé de cambiarme salí del baño.

-¡Joder tía que guapa! – se quedó mirándome de arriba-abajo – ¡Yo quiero unas iguales!.

-Cuando te devuelva los cuatro euros, mañana volvemos y te compras tu unas ¿vale?.

-Esta bien, pero iguales no hombre que va a parecer que nos la hemos comprado las dos el mismo día o que ha sido mucha casualidad que nos hayamos comprado las mismas, mejor me compro otras o de otro color, pero las mismas y negras ...

-Vale, vale, lo que tu quieras.
Nos fuimos a la misma parada del bus y allí estaba el bus.

-¡Niña mira donde está el bus! – le dije, mientras íbamos con las mochilas a cuestas, nos fuimos a la parada del bus.

-¿No ha llegado Antonio aún?.

-Eso parece o al menos no le veo.

Silbó alguien pero nosotras no le echamos cuenta pensábamos que no era a nosotras. Pero seguían silbando y miramos a todos lados, entonces fue cuando escuché mi nombre y giré la cara, era Antonio.

-Hola chicas. Lo siento no he podido llegar antes pero es que no puedo correr con la moto que sino me multan y me quitan el permiso.

-No te preocupes, mejor si no corres, es mejor llegar tarde que no llegar nunca.

-Tu siempre tan guapa – me dijo mientras me sonreía - ¿Dónde vais con las mochilas a cuestas?.

-Es que nos hemos venido al centro comercial en cuanto hemos salido del instituto – dijo Angy a Antonio.

-¡Ah vale!

-¿Ester me llevo la mochila y las bolsas a mi casa vale?

Luego cuando vuelvas pásate a por ella.

-¿Seguro que quieres llevártela?

-Si segurísimo, ya tu te pasar luego a por ella – Angy me empujó hacia ella y disimuló darme un beso cuando en realidad me susurró al oído – Ester si tu madre, padre o hermano te llama le dices que estás conmigo ¿vale?.

-Gracias Angy, no se como voy a poder pagarte todo lo que has hecho hasta ahora por mi.

-Anda ya niña, no seas tonta lo hago porque soy tu amiga si fuera tu enemiga no lo haría ¿No te parece?

-Gracias de verdad Angy.

-¿Nos vamos? – me dijo Antonio el pobre ya estaba cansado de nuestra despedida, total mañana nos íbamos a ver de nuevo, en realidad nos íbamos a ver después cuando tuviera que ir a por mi mochila.

-Vale, Angy vas a peder el autobús como te descuides, venga chao un beso guapísima, luego voy a tu casa a por mi mochila – le sonreí mientras me alejaba y le guiñé un ojo en señal de que le iba a contar todo pero todo todo cuando volviera.

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