sábado, 12 de junio de 2010


Llegamos al centro comercial, había mucha gente de una tienda a otra comprando regalos, la verdad que no sé a que se debía esas ansias por comprar. Nos bajamos del coche, yo me quedé allí de pie abrazándome a mi misma del frío que hacía el cuando se bajó del coche y lo cerró se vino a mi lado y me puso el brazo por encima dándome calor mientras íbamos caminando hacia el fotomatón que se encontraba dentro del centro comercial. Cuando lo encontramos tuvimos que esperarnos un momento ya que había una mujer que estaba esperando a que salieran sus fotografías, mientras tanto me invitó a una cafetería que había por allí. Cuando llegamos yo tenía demasiada calor y me quité su sudadera quedándome con mi chaleco celeste de mangas largas en el cuál ponía “I love you”, llegamos a una mesa y mientras el se quitaba la chaqueta y la ponía en el respaldar de la silla yo me sentaba y ponía su sudadera apoyada en mis piernas, mientras esperábamos a que llegase una camarera nos pusimos a hablar.

-Hola buenas tardes, ¿qué les apetece tomar? – preguntó la camarera con una sonrisa en la cara.

-Hola buenas tardes – dijo Antonio – A mi me apetece tomar un café solo. ¿Y a ti Ester? – me preguntó.

-A mi un batido de fresa por favor.

-Estupendo, ahora mismo se los traigo – y antes de irse nos sonrió.

-Que amable es la muchacha – le dije a Antonio.

-Es su trabajo, deben comportarse así, sino las echan de patitas a la calle. El jefe de aquí es muy estricto, yo estuve trabajando y cuando me tocó mucho la moral, me despedí yo mismo.

-¿Estuviste trabajando aquí? – le pregunté con cara de admiración y misterio a la vez.

-Si, hace unos meses que estuve trabajando aquí, tu hermano también lo estuvo, lo que pasa que el estaba de tarde y yo de noche. Nos hemos cambiado algunas veces los turnos el y yo, y al jefe esa idea no le gustaba pero no tenía más remedio que aguantarse porque lo único que le importa es que vengamos a trabajar. Un día tenía yo los cables cruzados y un cliente se quejó porque dice que yo no le trataba con respeto, eso era mentira yo en ningún momento de mi vida le he faltado el respeto a nadie, pero claro el jefe creyó a el cliente antes que a mi y empezamos a discutir allí en medio de la cafetería, le dejé en evidencia y antes de que me despidiera el me despedí yo mismo.

-¡Ala, pero que tío tan estúpido! ... – dije poniendo los ojos como platos, al escuchar la explicación que me dio.

-Ya ves ... Ahora solo contrata a chicas, dice que desde el día que yo le deje en evidencia no ha contratado a ningún chico, por eso a tu hermano le despidió. Porque no quería chicos trabajando en la cafetería, a las tías le hace lo que le da la gana.

-¿Lo que le da la gana?, ¿cómo le dejaste en evidencia? – le pregunté un poco atolondrada al escuchar la frase “a las tías le hace lo que le da la gana”.

-Verás ... Yo una vez estaba en el almacén para coger bebidas, y como siempre nos tenía dicho que si no había suficiente cantidad de un tipo de bebidas que le avisásemos para irlo apuntando para cuando llegase el camión que repartía las bebidas. Entonces, fui a su despacho, llamé dos veces pero nadie me contestaba, entonces opté por abrir la puerta por si le ocurría algo y vi como se estaba tirando a una de las trabajadoras, por eso le dejé en evidencia porque lo dije públicamente.

-¡Que malo eres!.

-No soy malo, en realidad le hice un favor. Además, solo hice lo que debía, para que la gente supiera el tipo de hombre que era el.

-Ya bueno ... En eso si que tienes razón.

-Me disculpan – nos dijo la muchacha mientras nos ponía los vasos encima de la mesa – Que aproveche.

-Gracias – dijimos Antonio y yo al unísono

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