sábado, 12 de junio de 2010


Me levanté del banco, metí la caja de leche en su sitio y puse el vaso en el fregadero. Mi hermano estaba preparándose unas tostadas con mermelada de fresa y un café. Me fui arriba a no hacer nada ya que había echo la cama y todo estaba ordenado, así que me puse a leer un poco. Estuve una media hora leyendo y me estaba ya aburriendo, no sentí ruido en la casa para nada así que pensé que mi madre seguía durmiendo, eso es raro porque ella suele despertarse cuando suena el despertador de mi padre. Así que fui al cuarto de mi madre.

-¿Mamá estas bien? – le dije zarandeándola un poco - ¿Mamá?.

-¿Qué quieres Ester? – me contestó frotándose los ojos.

-¿Te ocurre algo, como que no te has despertado aún?.

-No me pasa nada, ayer estuve esperando a tu padre y me he quedado dormida solo eso, ¿y tu padre se ha ido ya?, ¿habéis desayunado?.

-Si, papá ya se ha ido yo he desayunado y Rubén lo está haciendo, ¿seguro que estás bien mamá?.

-Si Ester me encuentro bien.

-Vale mamá, entonces ¿no quieres que te traiga el desayuno?.

-No, ya voy yo a desayunar a la cocina.

-¿Quieres que te lo prepare?.

-Que no Ester, que no gracias hija – me dijo en un tono molesto, mi madre no tenía buen despertar así que me incorporé y me fui a mi cuarto de nuevo.

Abrí mi armario, cogí un bolso y guardé mi móvil, mi cartera y cuando bajase guardaría las llaves de casa. Me fui abajo donde ya estaba mi madre desayunando, cogí las llaves del mueble del pasillo y volví a la cocina.

-Mamá que me voy.

-¿A dónde vas hija? – me preguntó mientras desayunaba.

-Me voy a dar una vuelta y haber si voy a casa de Angy.

-¡Ah vale! Pues dale recuerdos de mi que hace mucho tiempo que no la veo – me dijo sonriente – Haber cuando se queda a dormir aquí.

-Ya se lo diré – me acerqué a mi madre y le di un beso en la mejilla – Hasta luego mamá, adiós Rubén.

-Adiós Ester, ten cuidado y si necesitas algo llámame.

Salí de mi casa y cerré con llave por fuera, a mi madre le gusta que cierre aunque estén dentro es una manía de ella, después de todo Rubén no es malo lo que pasa que tiene sus días como todo el mundo lo mismo te come a besos que te quiere matar ... Pero bueno yo también he tenido mis días ... Y la verdad que no era muy agradable. Cogí la primera bocacalle a la izquierda y seguí recto eran las diez de la mañana, no había mucha gente por la calle que digamos, solo las amas de casa comprando el pan, comida y revistas del corazón. Me encontraba a dos calles de la casa de mi queridísimo novio y mientras llegaba o no saqué un espejo del bolso para mirar como iba ... Lo sé soy una presumida, pero prefiero serlo a no ir con los pelos de loca por la calle y con pintas de mamarracha, me puse bien el tipo, guardé el espejo en el bolso y me dispuse a cruzar la calle para llegar a su casa. Cuando estuve en la entrada de su casa cogí aire y entre en ella, llamé a la puerta y esperé un poco, parecía como sino hubiera nadie, me esperé un poco más y volví a llamar a la puerta y volví a esperar un poco. Escuché como bajaban las escaleras corriendo y me asusté un poco y di algunos pasos atrás de la puerta y cuando abrieron la puerta me encontré a Antonio con una toalla reliada por la cadera, el cuerpo y el pelo mojado.

-Venga entra que hace mucho frío.

-¡Niño que haces así que te vas a resfriar! – le dije mientras entraba en la casa y cerraba la puerta.

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