sábado, 12 de junio de 2010


-No tengo que perdonar nada Ester, solo quiero vivir mi día a día contigo, porque no eres una amiga, ni mi mejor amiga, ni tampoco eres mi hermana, eres mi corazón cuando te pasa algo siento como que el corazón se me encoge y siento impotencia al saber que no puedo ayudarte en este asunto, pero me vas a tener y si me tengo que poner a discutir con tu familia lo hago y si tengo que convencerles lo haré también. Y si te tienes que ir de casa yo te daré asilo, pero no voy a separarme de ti, porque formas parte de mi cuerpo Ester – note como ella también estaba llorando, a veces nos ponemos tan melancólicas, que tenemos que decir, que expresar lo que sentíamos, somos chicas sensibles aunque a simple vista parezca lo contrario.

-Angy te quiero tía.

-Y yo Ester.

-No se yo que haría sin una amiga como tú, sin una confidente como tú, sin una hermana como tú ... Te agradezco todo lo que haces por mi, porque tengo tantas palabras que no se por donde empezar a describir lo que siento, pero creo que no se pueden hablar los sentimientos, se tienen que expresar y la verdad que no tengo palabras para definirte tía, eres genial, increíble, única, indispensable e importante para seguir en pie y luchar con mi vida. Entonces, ¿nos vemos mañana?.

-¡Por supuesto!, ¿quedamos a las cuatro?, ¿te parece bien?.

-De escándalo, voy a recogerte yo ¿vale? Estaré puntual en tu casa a las cuatro – le tiré un beso en el auricular – Hasta mañana Angy, que duermas bien buenorra.

-Igualmente morena mía.

Y seguidamente colgué. Dejé el móvil en la mesa del escritorio, destapé la cama con la colcha que contenía el nórdico y las sábanas de franela, encendí la lamparita de mi escritorio y apagué la luz del techo, abrí el armario cogí mi pijama y me lo planté. Salí de mi cuarto para dirigirme al baño a lavarme los dientes y peinarme antes de dormir.

-Soy una presumida compulsiva – me dije mientras me miraba al espejo, sonreía y me cepillaba el pelo.

Dejé el cepillo encima del lavabo, saqué mi cepillo de dientes y la pasta de dientes, pero antes me eche fluor en la boca, esperé unos 30 segundos y posteriormente escupí el fluor en el lavabo, no me lavé la boca cuando tiré el fluor de mi boca y tenía ese sabor que me estaba escociendo la boca, abrí la pasta de dientes, abrí el grifo mojé la cabeza del cepillo de dientes, cerré el grifo y eche pasta de dientes en el cepillo, empecé a refregarme el cepillo de dientes por el lado derecho e izquierdo, arriba y abajo y por último me pasé el cepillo para limpiarme la lengua. Cuando acabé lavé el cepillo de dientes, cerré la pasta y me enjuagué la boca. Cuando acabé de hacer todo aquello volví a mi cuarto, cerré la puerta con sigilo y cuidado sin hacer ruido, recogí mis pantalones y mi camiseta que estaban tiradas en la silla y las doblé, me las había puesto solo hoy y no olían a sucio. Me quedé de pie un momento cruzada de brazos no sabía lo que hacer, no sabía si echarme en la cama hasta que me entrase sueño o si hacer algo para distraerme, pero el caso es que no sabía lo que hacer, no tenía nada que hacer y no tenía ganas de ponerme a estudiar, así que me senté en mi escritorio y me puse a leerme “El niño con el pijama de rayas”, la verdad que el libro no estaba nada mal, pero en comparación con otros libros que me había leído, no era muy bueno la verdad. Me apasionan los libros de amor, desamor, aventura, intriga ... Pero libros que tratan sobre cosas melancólicas no me hacían mucho agrado la verdad, no es que estuviera obligada a leérmelo, sino que no tenía nada mejor que hacer, además iba por el capítulo 11 y era intrigante la verdad, pero como he dicho el libro no me llenaba mucho, hay libros que me han hecho llorar, que me han hecho reír ... Pero en este mis sentimientos eran neutros. Estaba preocupada sobre lo que me había dicho Angy, sobre eso de que Antonio hace lo que sea por complacerme pero es que ... No estaba preparada, necesitaba tiempo, necesitaba hablar con el, necesitaba hablar conmigo misma. Me negaba a esperar a mañana para hablar con el, me negaba a comerme el tarro toda la noche, así que cogí el móvil y me puse a llamarle, era un poco tarde para hablar con el, seguramente estaría dormido o ayudándole a pintar a su madre o dios sabe que cosa estará haciendo, estuve esperando a que me lo cogiera, pero de repente me salió en la pantalla ocupado y se puso a comunicar. Esperé un poco para volver a llamarle de nuevo, pero no pasó ni un minuto cuando el estaba llamándome.

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