-Normal a las siete y media de la mañana estará despierto el gallo de la granja si acaso – me dije a mi misma.

Cogí mis auriculares y mi ipod, me los puse y empecé a escuchar música para hacer más llevadero mi despertar tan temprano me puse a escuchar a Suko, un rapero que me encantaba.

-Santiago deja de pensar cada segundo me repito, como Jack Nicolson en mi cabeza se oye gritos, solo mis latidos me hacen saber que estoy herido, que vivo en una nube para ocultarme del sonido de la rue y cada nuevo lunes vago inmune a la costumbre del estrés la hora del despertador nos une en el túnel de la ronda colapsada la calzada es lava, un día más otra jornada laboral esclava deja mi espalda clavada ... – empecé a cantar en tono bajo para no despertar a ninguno de la casa.

Cuando terminé de hacer mi cama, no habían pasado ni diez miserables minutos, entonces me quité el pijama y me puse unos vaqueros, un jersey y unas deportivas. Escuché como se abría la puerta del dormitorio de mis padres, seguramente sería mi padre que se estaba preparando para ir al trabajo. Entonces yo salí también de mi habitación, pero cuando salí ya no estaba por el pasillo seguramente habría entrado al baño así que mire si estaba cerrado y efectivamente estaba en el baño, así que me fui abajo a peinarme y tal. Cuando terminé me fui a la cocina y estaba allí.

-Buenos días papá – le dije mientras habría la puerta del frigorífico y cogía un envase de leche.

-Buenos días, ¿qué haces despierta tan temprano Ester?.

-Pues que se me ha olvidado apagar la alarma del reloj y me ha despertado y ya sabes que cuando yo me despierto difícilmente me vuelvo a dormir, así que he pasado de seguir durmiendo.

-Ah, bueno pues hija échate aunque sea un rato en el sofá y duerme un poco, que es muy temprano para salir.

-No si es que no puedo dormir, pero bueno haré eso me tumbaré en el sofá haber si cojo el sueño de nuevo – y me fui al mueble que había al lado del frigorífico y cogí un croissant relleno de chocolate.

-¿Y donde estuviste ayer?.

-Dando una vuelta, me encontré a Tania que por cierto ya reveló las fotografías de cuando estuvieron aquí los titos y los primos.

-Ah, bueno pues si no te importa ve a por ellas toma dinero – y se sacó la cartera de detrás del pantalón y me dio veinte euros.

-No, no me importa voy a salir así que me da igual pasarme.

-Vale, gracias hija – dijo y se levantó para dejar la taza en la que estuvo bebiendo café, se acercó a mi y me dio un beso – Hasta luego Ester.

-Adiós papá – y le devolví el beso.

Se fue al perchero cogió su chaqueta y se la puso abrochándola y poniéndose bien el cuello de la camisa. Yo empecé a beberme el vaso de leche que me había echado y dándole bocados pequeños al croissant que estaba buenísimo.