-Un día de estos tu y yo estaremos ahí, tu con un vestido precioso y yo esperando en el altar a la chica que me robo el corazón en mi adolescencia.
Era inevitable no enamorarse de él, y es que Antonio siempre te decía unas cosas preciosas, siempre estaba halagando lo que tenía por pequeña cosa que fuera, nadie pensaría que acabaríamos juntos él y yo. Se me escapó alguna que otra lagrima pero él como no podía evitar que llorase al menos me consolaba, sabía que me daba mucha rabia que mis padres fueran tan egoístas, pero es que para ellos ante todo están los estudios ... Claro como mi hermano siempre ha hecho lo que le ha dado la gana pues ahora es a mi a quien le dan caña y con quien la tienen tomada desde que nací. Empecé a dar clases de ballet desde los seis años hasta los nueve años, desde los diez años estuve dando clases de canto hasta los trece y estuve en una escuela de idiomas desde los catorce hasta los dieciséis, ¿eso es vida? Pues no ... He perdido más de la mitad de mi infancia, mientras mis amigas jugaban a las muñecas, que eso no quiere decir que yo no tuviera juguetes que si que los tenía pero no me daba tiempo ni a tocarlos, yo estaba en una escuela dando clases que no me sirven en el presente para nada. Mi mayor ilusión siempre ha sido tocar el piano o el violín y mis padres decían que era una tontería, que tocar un instrumento es una pérdida de tiempo y que al fin y al cabo cuando pasasen unos cuantos de años se me iba a olvidar e iba a tener el instrumento de adorno, no sé si he mencionado que Antonio si que toca el piano y es precioso, una vez me tocó el Titanic con un teclado que tenía en el maletero del coche y que siempre lleva consigo ya que no puede vivir sin la música. Me agarró de la mano y abrió la puerta para montarnos en el coche y llevarme a casa, lo abrió de lejos para que yo me montase mientras el cerraba la puerta de la casa, en cuanto se montó en el coche se frotó las manos para calentárselas, yo ya me había puesto el cinturón y el arrancó el coche para poner la calefacción.

-Antonio ... – le dije tiernamente.

-Dime cariño.

-Me he dejado el bolso en tu casa.

-Quédate aquí yo voy por él – me dijo creo que un poco molesto pero es que ahí tenía las llaves de casa y si llegaba y me encontraba con la casa vacía haber como iba a coger un chaquetón o algo , apagó la calefacción y quitó las llaves del coche ya que las llaves de la casa estaban en el mismo llavero que las del coche.

Se volvió a bajar del coche y corrió a abrir la puerta, cogió el bolso la volvió a cerrar y vino corriendo hacia el coche para no coger frío. Se volvió a frotar las manos, arrancó el coche y puso la calefacción ya que hacía un frío de los mil demonios. Íbamos muy callados en el coche así que puso la radio para entretenernos un poco. Eran las dos y media de la tarde aproximadamente, tenía un hambre atroz no había comido nada desde la mañana y no se porque tenía tanta hambre cuando yo no solía comer mucho normalmente. No se porque Antonio tiró por otra calle que no era la misma por la que vine yo, no le dije nada porque pensaba que era un atajo o algo parecido, pero conforme iba adentrándose más por otras calles veo de lejos una estatua en medio de una rotonda que no me era nada familiar.

-¿Dónde estamos Antonio? – le dije un poco asustada porque pensaba que nos habíamos perdido.

-A comer ¿a dónde vamos a ir sino? – me dijo sonriendo mientras no apartaba la mirada de la carretera.

-¿A comer? Pero, ¿tu eres tonto?.

-No solo soy el novio de Ester que quiere invitarle a almorzar.

-¿Y qué le digo a mi madre?

-Ponle la típica excusa de: “mamá estoy de compras en el Zara y es que hay mucha gente en la cola, pero ya que he estado esperando ahora no me voy a ir, voy a almorzar por aquí que no me da tiempo llegar a casa y luego he quedado con Angy, aunque me pasaré por casa antes de irme con ella” – todo eso lo dijo como si estuviera yo hablando con mi madre por el móvil y con voz de chica.

-Que mala imitación haces de mi – le dije haciéndole una carantoña.

-Ya es que da la casualidad que yo no me quedo embarazado, no tengo pechos y no me entra la regla.

-¡Qué simpático eres cuando te da la gana! – le dije mirándole de reojo con malas ideas – Vale de acuerdo llamaré a mi madre pero tu estate callado ¿vale? – cogí el móvil y marqué el número de teléfono de mi casa, esperé unos dieciocho segundos y cogieron el teléfono - ¿Mamá?.

-Si soy yo hija, ¿dónde estás que te estamos esperando para comer?.

-Es que verás me he venido al centro comercial porque quería ver haber si habían venido los pantalones que vi un día pero que no había de mi talla y estoy aquí en una cola impresionante así que almorzaré por aquí porque no me da tiempo ir a casa, almorzar e irme con Angy, que he quedado con ella para salir esta tarde.