-Hola, ¿está Antonio?.
-Claro pasa hija – me abrió su madre que estaba con ropa llena de pintura y me imaginé que estaba pintando, no sé que parte de la casa, pero lo único que puedo decir que la pintura era de un naranja claro – Está arriba en su cuarto, sube si quieres.
-Gracias señora.
-No me llames señora guapa, llámame Fani con total confianza.
-Gracias señora, digo Fani – y empezamos a reírnos – Yo me llamo Ester, encantada.
-Igualmente, tú debes ser la novia de mi chiquillo ¿no?
Me quedé un poco anonadada, ¿cómo puede ser que no la conozco y sabe que soy la novia de su hijo?.
-Si, exacto, ¿y como sabe ...? – no me dejó terminar la frase cuando empezó a hablar.
-Lo sé porque mi hijo no para de hablar de ti, esta lo que se dice “enchochado”. Pero mira por una vez en su vida ha asentado cabeza y se ha buscado una muchacha simpática, guapa e inteligente.
-Gracias – y empecé a ponerme colorada después de tantos elogios – Sino le importa subo a su cuarto.
-No, no me importa, sube estará estudiando o dios sabe lo que estará haciendo lleva ahí desde que terminamos de comer.
Como me dijo su madre, subí las escaleras, realmente no sabía cual era su cuarto, pero me llamo la atención un cartel que ponía “sin llamar no se puede pasar” y deducí que podría ser de el ¿de quien sería sino?. Llamé a la puerta y ...
-Mamá te he dicho que no me molestes que estoy estudiando.
Abrí la puerta y no se dio ni cuenta de que la cerré también. Me acerqué a donde el estaba sentado. Y le tapé los ojos.
-Con qué jueguecitos ¿no?, vale pues haber eres ... – empezó a tocarme las manos, los brazos, las caderas ... – Ya sé quien eres, ¿qué haces aquí?, dije que iba a ir por ti a las seis.
-¿Con que sabes quien soy y no dices mi nombre?.
-Ester.
-Exacto. Tienes una casa muy bonita y una madre muy agradable, y tu madre también tiene un hijo muy chivato – le dejé los ojos al descubierto y me senté encima de sus rodillas, agarrandome de su cuello.
-Ya, es que sino se lo decía iba a estar toda la vida preguntándomelo. Si le tuve que decir hasta de quien eras hija.
-Lo sé, si me ha reconocido en cuanto le he dicho mi nombre, ja, ja, ja.
-Bueno, entonces ¿qué haces aquí?, quedé contigo en que iba a recogerte a la seis.
-Si, pero es que no podía esperar más, estaba aburrida en casa, ya había terminado mis deberes y no tenía nada que hacer.
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