sábado, 12 de junio de 2010


Yo no contesté a aquellas preguntas, solo agarré de la nuca, a aquel cuerpo inmóvil que estaba sentado al lado mía, y empecé a besarle con deseo pero a la vez con desesperación, como si se me fuera la vida en ello. Tenía el pelo mojado así que me imagine quien era, aunque desde el primer momento sabía de quien se trataba aquel cuerpo musculoso, aquellos labios carnosos y aquella voz tan varonil. Estaba puesta la calefacción así que no tenía frío, aparte porque mi temperatura se disparó con aquellos besos tan dulces y pasionales. Me subió el jersey por encima del pecho y empezó a besármelo por encima de mi sujetador, note como se disponía a ponerse de rodillas encima de mi a la altura de mi cadera, cuando lo hizo se arqueó hacia delante y siguió besándome el pecho pero esta vez con suaves y húmedos chupetones, mientras me agarraba de la cintura y acariciaba mi vientre con la mano abierta y extendida sobre el. Yo subí los brazos agarrandome a los barrotes de la cama, que eran de hierros, para estirarme y hacer que mi vientre se hiciera plano y duro.

-Quítamelo – le dije señalándole el jersey, no soportaba tenerlo más, me estaba entrando un calor insoportable.
Como le ordené obedeció y me quitó el jersey y lo tiró a la silla de su escritorio pero calló al suelo.

-Da igual déjalo en el suelo no importa – le dije agarrandole para que no se bajase de encima mía.

Allí estaba yo debajo suya en sujetador, abrí los ojos ya que me había despertado completamente y vi que me estaba sonriendo y yo le devolví la sonrisa y me mordí el labio inferior. Eso le ponía mucho, yo lo sabía y por eso se lo hacía.

-Como te gusta picarme pequeña – me dijo mientras se agachó a la altura de mis labios - ¿Quieres hacerlo?, ¿estás completamente segura?, no me irás a ilusionar para después dejarme excitado ¿verdad?

-Para nada, quiero ser tuya completamente, pero ... Tal vez ahora no sea el momento, creo que deberíamos esperar un poco más ...

-Ester quiero que tengas las ideas claras aunque tu sabes que yo esperaré el tiempo que sea necesario porque te quiero.

-Ya, pero no se Antonio, no estoy segura con esto ni con nada ... Normalmente ando un poco aturdida por todo en general, a veces, pienso que todo sería mucho más fácil si no existiera ...

-No digas eso Ester, sabes perfectamente que no puedo vivir sin ti y si ahora tu me vienes con estas me destrozas ...

-Lo siento ...

Se levantó de encima mía me dejó que me pusiera la camiseta y posteriormente me abrazó. Así estuvimos un buen rato, abrazados el uno al otro, hasta que se levantó puso música bajita y se tumbó en la cama y yo me tumbé al lado suya, puse mi cabeza en su pecho mientras le abrazaba el me acariciaba el pelo suavemente, aunque el sabía que eso me encantaba y me relajaba hasta el punto de quedarme dormida, y empecé a entrecerrar los ojos paulatinamente y me dormí. Me desvelé un poco y vi como el también se había quedado dormido pero había una pequeña diferencia desde que me dormí a cuando me desvelé, ya no había música ¿se habría levantado sin que yo me diera cuenta y apagó el equipo de música? ... Empezaron a surgirme un montón de preguntas, pero no iba a despertarle para preguntárselo así que me levanté cuidadosamente sin que le despertase y me fui en busca del baño, no sabía exactamente donde estaba pero tampoco es que hubiera muchas habitaciones como para perderse, sabía que tenía dos baños así que antes de ponerme a hurgar todos los dormitorios de el piso de arriba me bajé abajo ya que sabía donde estaba ese cuarto de baño. Bajé las escaleras sin hacer el menor ruido posible y me fui directa al baño, sin pararme en ningún lugar del piso de abajo, ya que no podía aguantarme más. Cuando salí del baño salí más tranquilizada pero me fijé en que la puerta del salón estaba abierta y que la luz estaba encendida me puse un tanto nerviosa y no tuve agallas de entrar en el salón así que recurrí a la forma más rápida de entrar a él.

-¡Antonio!, ¡Antonio corre!.

Sentí como alguien en el piso de arriba pegaba un salto en el suelo, abría y cerraba la puerta con velocidad y bajaba los escalones de dos en dos. Cuando Antonio llegó a donde estaba yo me agarró de los hombros y me zarandeó.

-¿¡Que te pasa Ester!?, ¿¡te encuentras bien!? – me vio tan quieta que le estaba asustando tenía la cara pálida y a penas podía tragar saliva del nerviosismo que tenía en el cuerpo.

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